¿Alguna vez has sentido vergüenza durante un encuentro sexual?
Vergüenza de hacer una mueca de placer, vergüenza de practicar alguna postura o técnica concreta, vergüenza de gemir, vergüenza de no disfrutar y no alcanzar el clímax…

Aunque hay una parte importante de la vergüenza que tiene su raíz en la poca educación sexual recibida y en los siglos de tabú que arrastramos, este no es del todo su origen.

Hay una vergüenza mucho más profunda, mucho más paralizante y dañina que va mucho más allá de todo este condicionamiento social y cultural. Tiene origen en tu infancia, en las heridas profundas de tu niña interior.

 

No naciste con vergüenza, ninguna niña y niño nacen con vergüenza. La adquieres de tu entorno con el tiempo.

 

Cada vez que tu papá o mamá mostraban desaprobación hacia alguna de tus conductas, sentías vergüenza. Cada vez que mostrabas una parte de ti muy auténtica pero que no gustaba a tus padres, sentías vergüenza.
Cada vez que hacías algo que no era aceptado por tus padres, sentías vergüenza. Cada vez que tu papá o mamá estaban ausentes o no disponibles para ti, sentías vergüenza. Cada vez que no te sentías amada por ellos, sentías vergüenza.

Cada vez que mostrabas inocente tu energía sexual y sentías rechazo de tus padres, también sentías vergüenza.

Cuando una de estas situaciones se repite, se forja una herida, ya desde bien niña. Es en torno a esta herida (que duele muchísimo y que como niña no sabes cómo atenderla ni cuidarla) que se construye tu vergüenza.



Sentir vergüenza es un recurso para no sentir el tremendo dolor de tu herida, de la herida de tu niña interior que sigue contigo hoy día.

 

En realidad lo que te causa vergüenza no es esa creencia heredada de que el sexo es malo o de que eres una puta si disfrutas, tampoco realizar según que prácticas sexuales o mostrar tu placer. Lo que realmente te causa vergüenza es que el otro pueda ver tu herida más profunda, tu herida de la infancia.

Cuando estás manteniendo un encuentro sexual, como te aterra conectar con estas heridas tan profundas, te impides abrirte y entrar en un estado de placer más elevado porque implica exponerte y mostrar tu vulnerabilidad. Te da miedo que, si te entregas a este nivel, luego, después del encuentro sexual, tu herida salga a la luz. Porque estarás más abierta, más vulnerable, más predispuesta a mostrarte.

No quieres que el otro vea tu herida porque te causa mucha vergüenza. Tendemos a asumir la responsabilidad de lo que hacen los otros con nosotros, y de niñas no teníamos herramientas para protegernos.
¿Qué haces para evitar que el otro vea tu herida? Te instalas en tu cabeza, pensando en cualquier cosa y a observar tu encuentro sexual: ¿Le estará gustando lo que le hago? ¿Por qué me hace esto? ¿Qué postura toca ahora? ¿Y si hago tal cosa del porno?



Hay ejercicios verdaderamente poderosos para sanar las heridas de tu niña interior, aunque primero necesitas identificar bien cuál en tu herida raíz, aquella que predomina frente a todas las demás.

Mira este vídeo y descubre qué puedes hacer para empezar a disfrutar de tu placer y dejar de un lado la vergüenza que sientes ahora:

¡En breve abro de nuevo inscripciones a mi programa grupal de 3 meses Welcome Cervix! Ya son muchas las mujeres que han pasado por él y que han logrado grandes cambios. Es increíble como en tan poquito tiempo logran transformaciones tan potentes.

Además, he abierto inscripciones al evento online de ¡VIBRA, MUJER! en el que, durante el fin de semana del 25 y 26 de febrero, compartiré 11 workshops muy vivenciales junto a otras mujeres expertas en temas vitales para potenciar todo tu poder femenino.
Vivenciarás una práctica súper poderosa para alinearte con tu propósito de vida y tu energía femenina. Y, lo más importante, descubrirás de qué va esto del increíble poder y placer del cérvix. Algo indispensable si quieres vivir relaciones de mayor conexión con una sexualidad mucho más plena e incluso mística. 

Ya puedes reservar tu plaza en el link que te dejo más abajo. Me encantará compartir contigo: porque sí, el directo tiene una magia especial.

 

Escríbeme en comentarios, me encantará saber tu opinión y si te sirvió. Juntas compartimos sabiduría.

Un abrazo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Uso de cookies

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerle la mejor experiencia de usuario. Si continúas navegando, entendemos que autoriza el uso de estas cookies. Para mayor información, pinche en el enlace política de cookies. ACEPTAR

Aviso de cookies